Siento la necesidad de ir a algún lado, no sé a dónde,
y escuchar palabras que me confirmen
que todo va bien.
Quiero que me cuenten historias amables
que provoquen risa,
y pintarme los labios de viernes en los lunes.
Me gustaría que en un mismo día
se acoplaran las cuatro estaciones,
que de la hoja seca que se congela
germinase una flor, un girasol,
que me diera pipas para comer
en una tarde de domingo de plaza y verbena.
Quiero tocar la juventud que tengo
con la manos llenas de témperas
para que coloreen el mundo gris, lienzo monocromo,
que nos hace crecer demasiado pronto.
Que las flores que nacen en invierno no las mate la primavera.
Hace bastante
tiempo leí que estás destinado a encontrar 12 perlas al año, refiriéndose a las perlas como personas que conoces o
que no conoces, que marcan tu año.
Lejos de
establecer un vínculo para toda la vida, esas micro conexiones te dan perspectiva y otra manera de ver las
cosas a través de distintos ojos que tienen una historia propia.
A veces este
mundo tan caótico en el que vivimos encuentra un orden cada vez que alguien sonríe
a otro alguien porque sí, una sonrisa como símbolo de alegría y bienestar
universal que no distingue entre sexo, raza o edad.
También hay
cosas y personas grises que generan todo lo contrario y hacen que las
ideas no despeguen y que las voces no
suenen. Ahí es cuando el creador de todo lo creado se burla bajo pseudónimos de
paja y barro.
Cuando
pensamos que estamos atados de pies y manos entre los susurros que aúnan
nuestras calles repletas de medias verdades y de conformismo es cuando aparece un
gesto o una palabra amiga que hace florecer algo en nosotros, algo abstracto difícil
de catalogar pero que está ahí latente para que descubramos lo bonito de las
pequeñas cosas que nos rodean.
Historia de Año Nuevo
Cada año comienza entre la resaca de lo vivido y de lo que no.
Se dice mucho de querer hacer mucho: planes, objetivos y propósitos.
Mientras, el sol bajo cero de enero entra por la ventana despertándome, pero el frío hace que me envuelva entre las sábanas cinco minutos más.
Se dice mucho de querer hacer mucho: planes, objetivos y propósitos.
Mientras, el sol bajo cero de enero entra por la ventana despertándome, pero el frío hace que me envuelva entre las sábanas cinco minutos más.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)