Hace bastante
tiempo leí que estás destinado a encontrar 12 perlas al año, refiriéndose a las perlas como personas que conoces o
que no conoces, que marcan tu año.
Lejos de
establecer un vínculo para toda la vida, esas micro conexiones te dan perspectiva y otra manera de ver las
cosas a través de distintos ojos que tienen una historia propia.
A veces este
mundo tan caótico en el que vivimos encuentra un orden cada vez que alguien sonríe
a otro alguien porque sí, una sonrisa como símbolo de alegría y bienestar
universal que no distingue entre sexo, raza o edad.
También hay
cosas y personas grises que generan todo lo contrario y hacen que las
ideas no despeguen y que las voces no
suenen. Ahí es cuando el creador de todo lo creado se burla bajo pseudónimos de
paja y barro.
Cuando
pensamos que estamos atados de pies y manos entre los susurros que aúnan
nuestras calles repletas de medias verdades y de conformismo es cuando aparece un
gesto o una palabra amiga que hace florecer algo en nosotros, algo abstracto difícil
de catalogar pero que está ahí latente para que descubramos lo bonito de las
pequeñas cosas que nos rodean.