En el rincón de las cosas pequeñas aún queda un ápice para pensar:
Oí una vez, que “perderse es el principio de encontrarse”. No se puede
dar un significado a esta frase, pues las palabras perder y encontrar son tan
antónimas pero tan dependientes la una de la otra, que acaban inutilizando su
sentido estricto.
Nos enseñan desde pequeños a que si quieres algo, tienes que intentarlo
al menos. Pero la suerte, providencia o el Dios en el que creas determina
muchas cosas que tú como persona no puedes abarcar.
Escuchas la palabra superación, avance o progreso constantemente, es la
moda en esta época, donde se inventan muchas cosas, o lo que ya está inventado
se intenta mejorar, pero hablan de mejorar máquinas, no mejorar personas. Ver
más allá de la pantalla de un móvil u ordenador se queda obsoleto, las formas
de las nubes ya no son interesantes.
Al encender la televisión, las verdades se quedan a medias, ese mundo
que vemos tan caótico se convierte en artificio.
Guerras, desolación y tanta maldad que hace llorar al más fuerte y rudo
de todos los hombres.